"Hasta ahora, los presupuestos sucesivos de la Unión Europea se han centrado demasiado en cuestiones puramente económicas y no han dado una prioridad real a la dimensión social", lamentó Cáritas, hace tres años. Sólo algunos países han intentado, de manera individual, poner límite a un problema común que afecta a todo el ámbito europeo.
Algunas de estas estrategias se pusieron de manifiesto en el seminario organizado por FEANTSA con el nombre "Estrategias para acabar con el sinhogarismo", en el que participaron decenas de expertos en exclusión social. En este encuentro, el presidente de FEANTSA, Hannu Puttonen, defendió la necesidad de que las autoridades locales constituyan un foro europeo en el que intercambiar experiencias e ideas para reducir este fenómeno.
En este sentido, se destacó la propuesta de Escocia, que aumentado progresivamente la inversión local para la prevención del sinhogarismo. Algunas de estas técnicas de prevención pasan por facilidades y ayudas para acceder al alquiler, programas de mediación familiar, centros de acogida y residencias de asilo temporal.La situación no es fácil. Un informe titulado "Breaking Point" ("Límite") resalta los "sacrificios" de la población escocesa para "mantener un techo sobre sus cabezas". Según este informe, algunos ciudadanos optan incluso por gastar menos en comida, vender propiedades o pedir prestado dinero a familiares y amigos para hacer mantener su vivienda, mientras que seis millones de personas sufren estrés o depresión debido a los gastos de la vivienda.
Por su parte, en Irlanda la alianza "MakeRoom", compuesta por las cuatro principales organizaciones que trabajan con personas sin hogar, ayuda y desarrolla proyectos con quienes atraviesan una situación delicada. Esta entidad se fijó como objetivo que "nadie esté viviendo en un alojamiento de emergencia por más tiempo que el que dure la emergencia". Ese mismo año, en Dublín, el programa "A Key to the Door" ("Una llave a la puerta") se ha propuesto eliminar en Dublín el sinhogarismo y que ninguna persona "se vea obligada a dormir en la calle".
Otra práctica exitosa es la implantada en Ámsterdam por la ONG "HVO Querido". Esta organización ha puesto en marcha una iniciativa que ofrece a quienes no tienen hogar una casa (de titularidad pública), ropa, dinero de bolsillo y formación para encontrar un empleo a cambio de una cantidad simbólica mensual, que estas personas obtienen del cobro del subsidio por desempleo. El programa se denomina "Discus" y , en su primer año, ha conseguido que 36 de los 40 participantes hayan mejorado sus condiciones de vida. Lo que sí exige la ONG es que las personas beneficiarias tengan nacionalidad holandesa y demuestren que han vivido, por lo menos, un año en la calle. En Países Bajos hay unas 10.000 personas sin hogar. Sólo en Rotterdam residen unas 3.000, por lo que para beneficiarse de algunas ayudas han de demostrar que tienen conexión con la ciudad. Y es que en Rotterdam las personas en riesgo de exclusión social pueden acogerse a un plan especial de atención, hecho a su medida, en el que un grupo de profesionales determina las carencias y soluciones que necesita cada persona.
En Dinamarca, cada municipio gestiona los centros de acogida y hostales, cuyos costes afronta, incluso aunque las personas sin hogar no tengan relación con la ciudad. Por su parte, Finlandia se ha propuesto reducir a la mitad el número de personas sin techo y eliminar el sinhogarismo de "larga duración" para 2015.
Donde mayores obstáculos encuentra la indigencia es en países como Francia, donde destaca la labor de sensibilización del colectivo "Les Enfants de Don Quichotte" (Los hijos de Don Quijote), e Italia donde los servicios sociales se centra, sobre todo, en contener este fenómeno. La tendencia en el país italiano se dirige a la reintegración y el reasentamiento individual, aunque en el seminario organizado por FEANTSA se reconoció que el derecho a la vivienda "es difícil de implementar" dado que muchas autoridades locales han vendido las viviendas que tenían en propiedad.
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